Cuatro de adentro… y una escoba
Este era el canto de victoria más placentero al final de una “mano” de la escoba de 15. Sobre todo cuando significaba ganarle esa mano a mi papá, siendo chica. Consideren el mérito que significaba: ¡mi papá no es de los papás que te dejan ganar porque sos chiquito, no lo hace ni siquiera como abuelo! (Lo que me parece bien, la lección es que uno debe superarse).
Volviendo al juego, claro que uno puede tener más “escobas”, pero el hecho, el logro de tener los cuatro de adentro más la escoba era la sensación de tenerlo todo en esa mano.
En mi vida, aún con lo contradictorio que pueda sonar, en esta mano, en este hoy, tengo cuatro de adentro y una escoba. Y aún desde otra metáfora: los “cuatro” que ya estamos y la “escoba”, ese pequeño milagro que crece en mi vientre.
La “escoba” tiene además una cuota de no-planificación, porque depende de cómo queda la ronda y qué tenés en la mano. Y la concepción también: podés hacer todas las cuentas, usar todos los métodos de planificación, y aún así depende de un milagro. O podés no buscarlo para nada y aún así ocurre el milagro. Un milagro que, como tal, no depende de uno. Y sin embargo, te da un título maravilloso de co-creador, en la grandeza de la Creación.
Ese es el sentimiento que tengo acerca de esta pequeña vida, que se esconde, segura, simple, lejos de todo el movimiento acelerado, desacompasado, a veces desgastado de su familia. Que no sabe de diferencias de idioma, de extrañar, de buscar pequeños signos de pertenencia.
Y que desde ahí adentro moviliza sentimientos nobles en nosotros, como padres, pero también en sus hermanos.
Dicen que los chicos “lo perciben”. No sé si lo perciben. Es en mi opinión esto de la cercanía natural que tienen los chicos con lo divino. De su familiaridad con Dios, con los santos.
El cuento, la postal de nuestra familia es que cuando no lo habíamos confirmado aún, un día, en que papá estaba de viaje, estábamos rezando con Tadeo y Diana. Y el diálogo fue más o menos así.
D: Hoy Tade me dijo que vamos a tener un hermanito…
A (Con “cara de potus”*) : Ah… sí? Y de dónde sacaste eso, Tade?
T: No sé, sólo lo sé.
A: Y ustedes quieren un hermanito o hermanita?
D y T: SSSSSSSSSSSSSSSSSSIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
A: Pero eso se lo tienen que pedir a Jesús.
D y T: Por favor, Jesús, mandanos un hermanito, POR FAVOR, POR FAVOR!!!!
Me imaginaba la alegría de Jesús al escuchar esa oración de niños… y me alegré tanto por ellos, porque su sincera oración ya había sido oída. Esto también, es como entiendo la eternidad, lo que para nosotros no pasó para Dios sí pasó, ya lo vio. Esa oración ya la escuchó.
Y cuando el día termina, y puedo estar acostada, buscando en la panza el lugar donde está acomodado el milagrito, o cuando me despierto y lo siento en un sector, más durito que el resto de la panza, me acuerdo de Vicentico y su “y no me quedo nunca más solo, solo”. Y agradezco, que a pesar de todas las cosas que nos pasan por la cabeza, de nuestra locura y de nuestras flaquezas, nos concedieran, por tercera vez, el honor.
Ojalá seamos dignos de dar vida, de preservarla y de enseñarle a preservarla, amarla, a honrarla. Como dice el clásico de Eladia Blazquez
“Porque no es lo mismo que vivir… honrar la vida”
Y como dice el salmo 127:
Los hijos son un regalo del Señor,
el fruto del vientre es una recompensa;
Gracias, Señor. Amén
Para el lector internacional, aquí puede leer sobre la Escoba del 15…
*“Cara de potus” Créditos por el uso del término, a la querida Florencia G.
Dios no defradua nunca amiga. Dios es fiel. Y somos testigos de ello. Al leerte, automáticamente me vino esta frase a la mente, seguramente ya la recordarás.....
ResponderEliminarTus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a traves de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinacion
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.