No voy en tren, voy en avión (parte I)

Sólo el título del gran Charly. La letra no tiene que ver mucho con el contenido de este post.

Por primera vez, desde que me casé y tengo hijos, me fui sola de viaje. Casi sola, porque me acompañó el milagrito de mi panza, al son de "miren David... como se mueve... está bailando... la tarantela... se mueve para acá, se mueve para allá"
Por primera vez, también se dio vuelta la taba*: yo me fui y quedó él a cargo de la casa, de los chicos, de la organización general de la vida... Eso que "me pasa" cada vez que viaja.

Partí, en avión, desde Appleton a Miami, a visitar a mis tíos por elección, y quedaron en casa los chicos y Rafael. La ocasión: mi tío cumplió sus primeros 80 años. Todo un momento de la vida, que también permite reflexionar sobre muchas cosas.

Durante los días previos intenté dejar todo organizado, preparado, planificado. Intenté solucionarle la vida al que quedaba a cargo por primera vez. Pensar en todo lo que podía ocurrir, mejor dicho, intenté pensar en todo lo que podía salirle mal, porque yo no estaba ahí. 
Cabe aclarar que ninguna emergencia ocurrió, que mis hijos no se convirtieron en zombies, ni se unieron a ningún culto, ni lloraron desde que me fui hasta que volví. Simplemente, disfrutaron de su papá. Claro, que él sacó a relucir sus mejores habilidades, los llevó de picnic, a comer afuera, a los juegos y al cine. Pero vale. Era fin de semana. Costó un poco más la semana escolar-laboral. Aunque no por su falta de organización, sino porque el trabajo demandó más de lo esperado. Hubo algún pequeñísimo incidente, como olvidarse de esperar el micro... pero nada terrible. Y seguramente, fue la culpa de estar en el modo "trabajo" y entonces no dar cuenta de la hora.
Esto fue también una lección para mí: la indefectible verdad de que nadie es imprescindible. Ni siquiera yo. Y es también una enseñanza para todos en esta familia. Y por otro lado, confirmó aquello que pensé hace muchos años "este muchacho es pa´casarse".

Luego, está mi propia experiencia, la personal.
Llegamos al aeropuerto y la angustia de Diana era tangible, aunque hizo todos sus esfuerzos para que yo no viera ni un cuarto de lágrima. Y recordé la dramática despedida cuando vinimos aquí por primera vez, y nos fuimos de vuelta, sin papi, a casa. Para que se imaginen, sólo les diré que el señor de seguridad, cuyas expresiones eran mínimas, buscó con urgencia una caja de pañuelos para acercarnos. Éramos la envidia de un escritor de telenovela mexicana.
"Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo
Cambia el clima con los años
Cambia el pastor su rebaño
Y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño"

Ante ese recuerdo, antes de bajar del auto les pregunté si preferían despedirse ahi, en lugar de entrar conmigo, y la respuesta fue sí. Ahi me tragué yo mis lágrimas, los abracé fuerte, tomé mi equipaje y enfilé al aeropuerto. Pasé la seguridad, pasé el check in y llegué a mi asiento.
Allí encontré que lo ocupaban una señora con cara de abuela y una nena llorando. La señora prontamente me aclaró que se cambiaría... Y temí en el alma que me dejen la nena llorando al lado. Demasiado triste pensar que ya extrañaba a los míos para consolar a una ajena! Finalmente, me quedó la abuela de compañera de viaje. Aquí hay dos tipos de compañero de asiento: los que se presentan y te dan charla -la abuela era de este club- y los que se sientan tratando de ignorar que hay algo que respira a su lado.
Cuando acomodé mis cosas y me senté descubrí que me faltaba alguien pidiendo algo, hablando por sobre otra vocecita, discutiendo porque quería sentarse conmigo: básicamente, noté que mis hijos no estaban ahí. Fue raro. Muy raro. Sacar el libro de la cartera, abrirlo y efectivamente, poder leerlo! (Sí, siempre saco a pasear los libros cuando viajo, pero suelen volver igual que se fueron). El avión se preparaba a carretear. En ese momento, la oración simple fue pedir que cuide a mi familia, que nos reuniera pronto otra vez. Y, para variar, saqué el decenario para dedicarle unas oraciones a la Madre. Y era sábado, así que mientra mi hijo se bailaba todo, contemplé "la encarnación del Hijo de Dios" y recé por mis hijos. Luego llegó "La visitación" y pensé que un gran motivador para este viaje fue ayudar a mi tía -que no tiene 80 y no me perdonaría si se enterara que estoy discutiendo su edad con el mundo- a preparar todo para recibir a la gente en su casa. Y agradecí esa oportunidad de ser útil y necesaria.
Los vuelos transcurrieron sin dificultades, hasta llegaron más temprano de lo esperado y nos reencontramos luego de dos años con los tíos. La dicha de ambos era evidente, y supe que por esos días, ese debía ser mi lugar.


"Pero no cambia mi amor
Por mas lejos que me encuentre
Ni el recuerdo ni el dolor
De mi tierra y de mi gente."
Cambia, todo cambia. Cambia también el contenido de un viaje a Miami. No hubo playas, arena, caminatas por Ocean Drive. Ni tampoco hubo horas de shopping alocado. Y así como todo cambia, me dediqué a comprar en las tiendas argentinas, sí, golosinas queridas: Mantecol, alfajores, bananita dolca, picos dulces... hasta le traje medialunas de manteca al esposo, y sandwichitos de miga a los chicos!


Cambia el pensar en cómo aprovechar el tiempo de un viaje, por aprovechar largas charlas sobre las cosas pequeñas de la vida. Tratar de ponerse en los zapatos de esos dos que ya recorrieron mucha vida, y que ahora pueden desayunar juntos, con rutinas sencillas, levantarse tarde y moverse a un ritmo más lento. Compartir puntos de vista y agradecer por la familia que Dios te regala, por esos hijos que agregan caos a la vida, pero la llenan de música. Agradecer el compañero que crece a tu lado, con vos, y facilitó la partida y el regreso. Que enseña también que está bueno aceptar la ayuda y el mimo de los demás cuando uno está solo a cargo de la casa... que no necesita ser Superman en casa, porque no pasa nada cuando uno se muestra vulnerable mientras el compañero está fuera...
Cambia, todo cambia...
Es todo un aprendizaje

Y lo que cambió ayer
Tendrá que cambiar mañana
Así como cambio yo
En esta tierra lejana."


Cada paso en la vida de uno es una oportunidad para el cambio que es crecimiento.  Brindemos entonces, por el cambio que enriquece. A cada uno de los que son parte de ese cambio. Amén.








*"La taba": Para el que no está familiarizado con el concepto, puede ver de qué se trata aquí


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