Un cielo de nueve lunas...
"Será como abrir
los ojos frente al mar
después de un largo sueño
de lunas y silencios.
Será un amanecer
de un dia como hoy
florecerá tu cuerpo
Y lloverá la luz
De un cielo de nueve lunas
nueve lunas de misterio
nueve lunas de esperanza
de esperanzas y de sueños
Y estrecharas la vida
en el hueco de tu pecho..."
Nueve lunas. Osvaldo Montes
Queridos amigos:
Es una cuaresma distinta, desde ya, porque está teñida con mi cielo de nueve lunas... en las que por primera vez la espera del hijo va más allá de los días de manual. Tal vez, en este caso, porque como ya tengo leídos todos los manuales y mucho más, la clave era lo inesperado, porque así es el milagro de la vida. Siempre inesperado. Y como todo milagro, fuera de nuestras manos. Nosotros no sabemos por qué, uno no conoce el día ni la hora... así debe ser, la entrega tiene eso. Pero cómo me cuesta entregar alegremente! Si soy una maquinita de todo organizarlo, todo prepararlo, pensar cada detalle del detalle. Y entonces, ¿cómo es que no se dio el parto todavía? Porque, seguramente, esto es parte del aprendizaje... En esos pequeños momentos para entregar donde uno sabe que la vidita que uno lleva no está en sus manos, donde por la cabeza te pasan todas las inquietudes de lo que puede salir mal, la fe conforta y reconforta. Es ahí cuando agradezco el don de la fe. Porque sostiene aquello que para mí resulta insostenible. En este mismo momento, escribiendo, deseo decirle a Dios cuándo y cómo es el mejor momento de tener a mi hijo!
Paciencia, también, porque no todo lo que me rodea está en mi mano modificarlo, explicarlo, cambiarlo. Porque no puedo lograr entrar en las mentes y los corazones de los otros, aunque duela, aunque quiera, aunque sepa que si pudiera iluminarlos con lo que ya aprendí en esta parte del viaje serían más felices. Pero a veces, el mejor maestro es el silencio y las obras concretas.
los ojos frente al mar
después de un largo sueño
de lunas y silencios.
Será un amanecer
de un dia como hoy
florecerá tu cuerpo
Y lloverá la luz
De un cielo de nueve lunas
nueve lunas de misterio
nueve lunas de esperanza
de esperanzas y de sueños
Y estrecharas la vida
en el hueco de tu pecho..."
Nueve lunas. Osvaldo Montes
Queridos amigos:
Esta cuaresma ha traído para mí muchas alegrías, muchas expectativas, muchas cosas para rezar y compartir, muchas experiencias...
Particularmente, este tiempo, está en clave de paciencia. Por todos lados, la vida me grita "Paciencia!" espera.... paciencia, paciencia y espera, dos caras de la moneda en esta cuaresma "personal" y también de entrega... de dejar ser, todo eso está en este tiempo sobre mi mesa.
Es una cuaresma distinta, desde ya, porque está teñida con mi cielo de nueve lunas... en las que por primera vez la espera del hijo va más allá de los días de manual. Tal vez, en este caso, porque como ya tengo leídos todos los manuales y mucho más, la clave era lo inesperado, porque así es el milagro de la vida. Siempre inesperado. Y como todo milagro, fuera de nuestras manos. Nosotros no sabemos por qué, uno no conoce el día ni la hora... así debe ser, la entrega tiene eso. Pero cómo me cuesta entregar alegremente! Si soy una maquinita de todo organizarlo, todo prepararlo, pensar cada detalle del detalle. Y entonces, ¿cómo es que no se dio el parto todavía? Porque, seguramente, esto es parte del aprendizaje... En esos pequeños momentos para entregar donde uno sabe que la vidita que uno lleva no está en sus manos, donde por la cabeza te pasan todas las inquietudes de lo que puede salir mal, la fe conforta y reconforta. Es ahí cuando agradezco el don de la fe. Porque sostiene aquello que para mí resulta insostenible. En este mismo momento, escribiendo, deseo decirle a Dios cuándo y cómo es el mejor momento de tener a mi hijo!
Paciencia, también, porque no todo lo que me rodea está en mi mano modificarlo, explicarlo, cambiarlo. Porque no puedo lograr entrar en las mentes y los corazones de los otros, aunque duela, aunque quiera, aunque sepa que si pudiera iluminarlos con lo que ya aprendí en esta parte del viaje serían más felices. Pero a veces, el mejor maestro es el silencio y las obras concretas.
En esta cuaresma aprendí, también, sobre el amor concreto, el amor hecho acción. Tantos años de trabajarlo en retiros espirituales y encuentros juveniles, y me lo enseñó el gesto concreto de una "hermana cristiana" que por amor vino a ayudarme en mi casa para que yo no trabaje en ordenarla, sabiendo los dolores del cuerpo de una mamá en avanzado embarazo. ¡Cuánto contraste con otras actitudes! ¡Cuánto para aprender y aplicar!
En esta cuaresma aprendí, también a valorar y agradecer aquello que nos ha sido dado... desde la posibilidad de celebrar desde adentro, desde la propia cocina, desde la intimidad de mate dentro de la Parroquia, que me han dado las comunidades por donde pasamos, del tener tiempo incontable para estar ocupándome de estas cosas... contrastando con una celebración formal donde cuesta que la gente se mueva de sus seguridades unos metros fuera del Templo, para salir a revivir la entrada de Jesús sobre el burrito... Desde la triste visión de los que tienen sin valorar. De que tantas veces nos quejamos "de llenos" y nos perdemos el reconocer el poder de Dios palpable... porque estamos acostumbrados al milagro, tanto que ya no lo vemos para dar gloria por él...
También aprendí que las experiencias y las miserias de la pequeña vida de cada uno pueden iluminar a otros, en los lugares más recónditos o escondidos o en las situaciones menos paralelas con la propia. Dios quiera que no olvidemos más.
En esta cuaresma deseo, para mi querida Patria que no nos olvidemos que estamos en el mundo para amar, no para odiar. Que no pase como hace 30 años, que no nos usen para odiar a un enemigo externo buscando legitimar la deuda interna. Señor, renová en nosotros el amor al prójimo, el de acá nomás, al lado y el del otro lado del mundo. Como decía la Madre Teresa... no me inviten a una marcha en contra de la guerra... invítenme a una a favor de la paz. Que no nos vendan el enemigo... porque en nosotros está el amor, en cada corazón, patrimonio de nuestra común raíz. Jesús murió en la cruz por amor, que esa sangre valga la pena. Amemos, concretamente.
Termino con aquella canción que cantamos tantos jóvenes, tantas cuaresmas y semanas santas...
Si algún día el odio y las guerras
ya no surcan más la tierra,
será el reino del amor.
Todos unidos, con las manos estrechadas
alzaremos la mirada
para encontrar al Señor.
Abre tus brazos, Señor, Señor,
ven a mi lado, mi Dios, mi Dios.
Si los cañones, las granadas y las balas
se cambiaran por palabras
y por rezos al Señor.
Si la mentira, el odio y la codicia
nuestro suelo ya no pisan
podremos vivir mejor.
Cuando los hombres dejen de empuñar sus armas,
tomen los picos y palas,
cambien los cardos en flor.
Cuando unamos nuestras manos temblorosas
para entregar una rosa
o para pedir perdón.
Cuando los hombres suban los ojos al cielo,
encuentren allí consuelo,
hallen allí su calor.
Ya que es difícil el mundo en que vivimos,
por nuestra fe te pedimos
abre tus brazos Señor.
Que el Señor nos bendiga en esta Semana Santa. Que nos muestre su rostro, que nos conceda su paz. Que lo veamos en el otro! Amén!
Comentarios
Publicar un comentario