Cuatro de adentro… y una escoba
Este era el canto de victoria más placentero al final de una “mano” de la escoba de 15. Sobre todo cuando significaba ganarle esa mano a mi papá, siendo chica. Consideren el mérito que significaba: ¡mi papá no es de los papás que te dejan ganar porque sos chiquito, no lo hace ni siquiera como abuelo ! (Lo que me parece bien, la lección es que uno debe superarse). Volviendo al juego, claro que uno puede tener más “escobas”, pero el hecho, el logro de tener los cuatro de adentro más la escoba era la sensación de tenerlo todo en esa mano. En mi vida, aún con lo contradictorio que pueda sonar, en esta mano, en este hoy, tengo cuatro de adentro y una escoba. Y aún desde otra metáfora: los “cuatro” que ya estamos y la “escoba”, ese pequeño milagro que crece en mi vientre. La “escoba” tiene además una cuota de no-planificación, porque depende de cómo queda la ronda y qué tenés en la mano. Y la concepción también: podés hacer todas las cuentas, usar todos los métodos de planificación...