I will survive.... Mi única ganancia
Una vez más, vuelvo a la Ñata después de varios meses. La última historia tenía de fondo una aventura en la nieve. Afortunadamente hoy no, no hay nieve. Una primavera tímida se está abriendo a nuestro alrededor, aquí en Kenosha. No me canso de disfrutar la naturaleza y el paso de las estaciones como sólo puedo valorar luego de un largo invierno. ¡Qué bien creada la creación, che!
El título del blog no hace a la historia que cuenta la canción, pero sí a algo que me tiene reflexionando hace varias semanas.
No sé si recuerdan, les conté, hace ya casi un año que trabajo como Coordinadora de catequesis en una parroquia bilingüe de Kenosha. Una labor muy bella, aunque muy sacrificada en horas fuera de mi familia. A esta altura, ese peso se siente mucho.
En este último tiempo, hemos preparado con dedicación las Primeras Comuniones para más de doscientos chicos, y sus familias, tratando de dar lo mejor. Dios me bendijo con nuevos hermanos en el camino, que hacen esta labor más bella aún. Hermanos y hermanas catequistas y en otros ministerios de la parroquia, enseñando con el ejemplo.
Y en esta labor y en la vida, las cosas bellas, como un nacimiento, conllevan una parte de dolor. No fui ajena a esta experiencia y me ocurrió que alguna gente tuviera malas actitudes conmigo. Pasa en todos lados.
Y en esta labor y en la vida, las cosas bellas, como un nacimiento, conllevan una parte de dolor. No fui ajena a esta experiencia y me ocurrió que alguna gente tuviera malas actitudes conmigo. Pasa en todos lados.
Lo que estaba pensando, que me trajo a esta canción, o a este verso, más precisamente, es que todo el mundo me ha mirado en estos días con cara de quien mira preso rumbo al cadalso, preguntándome cómo estoy y diciéndome cosas como "hay vida después de las primeras comuniones". Y no sé en qué momento, empecé a responder casi como un mantra "I will survive" a cada uno que preguntara. Hasta que un día, esa frase, usada cómicamente, dejó de parecerme correcta al reanalizarla.
No, no quiero sobrevivir. Porque pretender sobrevivir es pretender pasarla mejor que El que me encomendó el trabajo. Si mi Salvador sufrió cruz y muerte, y tomó tres días para resucitar, ¿qué me queda aprender a mí? Que si quiero la resurrección, debo querer la cruz, que no hay redención sin morir.Como dice la canción, "Sé como el grano de trigo que cae en tierra y desaparece... Y aunque te duela la muerte de hoy, mira la espiga que crece"
No, no quiero sobrevivir. Porque pretender sobrevivir es pretender pasarla mejor que El que me encomendó el trabajo. Si mi Salvador sufrió cruz y muerte, y tomó tres días para resucitar, ¿qué me queda aprender a mí? Que si quiero la resurrección, debo querer la cruz, que no hay redención sin morir.Como dice la canción, "Sé como el grano de trigo que cae en tierra y desaparece... Y aunque te duela la muerte de hoy, mira la espiga que crece"
Y entonces, me replanteo y digo, gracias, a los que con su crítica y su desdén me acercaron al Señor, a la oración, a revisar las prioridades. Digo gracias, a los que me desearon el fracaso, porque es mi ganancia, como dice San Pablo, en Filipenses 3, 7-14
"Pero todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con mi propia justicia –la que procede de la Ley– sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos. Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús".
Mucho más camino por recorrer me queda. San Pablo ya era santo cuando escribió esto. Yo seguiré intentando, como Teresita, permanecer pequeña en estas cosas, y que mi tesoro esté en el Cielo. Y ojalá, en esto, también podamos ver una pequeña espiga.
Les dejo la versión de Glenda, de la carta a los Filipenses, compañera de tantos encuentros de allá cuando éramos los jóvenes...
https://www.youtube.com/watch?v=lBbRijp6mbM
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