Fruto nuevo de tu Cielo...
Sopla Señor te lo pido,quédate esta noche en mi alma
Pues solo tu amor y abrigo, me darán consuelo y calma.
Sopla Señor, sopla fuerte, envolveme con tu brisa
Y en tu Espíritu renovame, hazme libre en tu sonrisa.
A pesar de mis caídas, hazme fiel a tus promesas.
Sopla Señor en mi vida, y arrancame esta tristeza.
Sopla, sopla Señor tu grandeza,
sopla Hazme fiel en mi pobreza, sopla.
Sopla Señor en mi oído, sopla fuerte arranca el miedo
Pues sin Ti me hallo perdida, sin tu luz me encuentro ciego.
Sopla Señor y hazte viento, y bautízame en tu nombre
Llámame a servir Maestro, hazme fiel entre los hombres.
Toma mi vida en tus manos, mis sueños mi amor, mi todo.
Mi cansancio, mis pecados y moldéame a tu modo.
Sopla, y bautízame en tu brisa, sopla
Renovame en tu sonrisa, sopla.
Sopla Señor tu caricia, por sobre mis sentimientos
Que sea el Ángel de Tú Misa, quien obre en todo momento.
Sopla Señor y hazte canto, pon tu Palabra en mis manos
En ellas tu providencia y bendice a mis hermanos.
Quiero ser de tu árbol, rama, fruto nuevo de tu Cielo
que madure en tu Palabra,
como un ave en pleno vuelo...
¡Sopla!
(Metanoia, "Fruto nuevo de tu Cielo"
Cuánto tiempo sin pasar este tiempo de escribir en el Blog. La última vez, hace casi un año, escribía de las nuevas experiencias y las nuevas miradas. Y la vida sigue transcurriendo, cambiando, y siendo bendecida. Y entonces, no puedo callar... lo que he visto y oído.
La vida es buena cuando uno puede encontrarle un propósito y yo estoy encontrando más de uno, así que mi gratitud es grande, grande, grandísima!
Hoy les cuento una historia, basada en hechos reales...
Había una vez, una chiquita que empezó su primer año de catequesis. Y cuando conoció a su catequista, dijo "Yo quiero ser catequista también".
La nena creció, se mudó a otro lugar, siguió yendo a la Parroquia, y cuando se volvió a mudar, algo que deseaba mucho era poder leer en Misa. Y ser catequista.
Y un día leyendo una hojita del Domingo (gracias, Juan Carlos Pisano, que estés tomando mates con Jesús) escribió una carta a unas monjas "Auxiliares Parroquiales" que la invitaron a tomar el té y la animaron a presentarse al cura de la Parroquia del nuevo barrio y decirle que quería ser catequista. Acá tenía 18 años. Y la chica fue. Y el cura le dijo empezá de a poquito... y a los dos meses ya estaba en varios grupos.
Pero también la alentaron a formarse. Y así, trabajando y estudiando Derecho (porque el mandato familiar era una carrera "de verdad") también estudió el Seminario catequístico los sábados a la mañana.
Y entre cosa y cosa, empezó a ver la maravilla de una catequesis donde todo tiene que ver con todo. Era una chica seria, pero estaba rodeada de títeres gigantes, y podía cantar a viva voz y bailar, en el medio de una Peregrinación a Luján.
Y en los encuentros de catequistas, Dios le mostró un grupo de jóvenes que servían y rezaban, y la llevó a la Legión de María. Y ahí la llevó al Rosario. Y de vuelta a la parroquia donde empezó, pero ayudando a otros a comprometerse más.
Y después de ahí, la Casa de los Jóvenes, a soñar, a darle forma al Jubileo, a gustar la Palabra y hacerla canción. A conocer al compañero peregrino y formar familia.
Luego, a la Parroquia Misionera, a hacer comunidad de hermanos, a orar, a convertirse en una carismática. Y a volver al primer amor de la catequesis, pero catequesis orada.
Y Dios vio que era bueno, y la "transplantó" al Norte del continente, a hacerse la América. Y le pidió casi 2 años de desierto, de paciencia, de desear fervientemente la comunidad y volver a dar, con el sostén de los hermanos vía Skype...
Y una nueva mudanza llegó a su vida. Y ahí pudo descubrir un lugar donde le dijeron, desde el día uno "este es tu lugar, acá es vuestra casa". Y un nuevo hermano, viendo su deseo de orar, le presentó a otras personas, que se convierten en sus madres, abuelas y hermanas, que la acompañan y le traen la voz del Espíritu. Y le confirman que su vocación de hoy, es lo que Dios le prepara y para lo que la vino preparando desde ese primer día en que quería ser como su catequista.
Y Dios le regaló un trabajo, donde Él es el Jefe. La llamó a ser catequista, de una comunidad bilingüe. La llamó a ser coordinadora, y le dijo "quiero que sea una comunidad orante" Y la dotó de las palabras. Y la rodeó de hermanos y padrinos, que oran por ese lugar que ocupa. Y le mandó angelitos de la guarda, para que no se desanime ante la tempestad, y recuerde que Él es el que manda. Y que no tiene mayor deseo que hacer su voluntad.
Había una vez una mamá que escribía un blog, que contaba cómo veía la vida desde otro lugar del mundo. Y que tuvo la bendición de poder orar una noche de sábado, junto a su hijo varón de siete, mirando al Santísimo. Y esa mamá, viendo a sus hijos queriendo estar con Jesús, queriendo pasar las Misas con ella, porque ella las prepara, descubrió que esto no es más que una confirmación de su vocación de madre. Y del sueño de hace años, "ojalá pueda un día hacer esto con mis propios hijos" Y esa mamá sabe que en el cansancio de las miles de horas extra de su nuevo trabajo, encuentra el lugar de ofrecerlo al Señor, y reencontrarse allí, con esa jovencita que saltaba, que alentaba a una Arquidiócesis a saltar, (a hacer lío?) a seguirlo a Él, a cantarle:
"Señor lo que tengo es tuyo,
tu amor no es un murmullo,
es un grito que vuelve a nacer"
Había una vez una mujer feliz. Y lo quiso compartir en este blog.
Que lindo, gracias Catequista !!!!
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