Esto que soy, eso te doy
A veces te pregunto: "¿porque yo?"
Y sólo me respondes: "porque quiero"
Es un misterio grande que nos llames
así tal como somos a tu encuentro.
Entonces redescubro una verdad.
Mi vida, nuestra vida es tu tesoro
Se trata entonces solo de ofrecerte
con todo nuestro amor esto que somos.
Que te daré, que te daremos
Si todo, todo, es tu regalo.
Te ofreceré, te ofreceremos
Esto que somos,
esto que soy, eso te doy.
Un bebé te enseña sobre fragilidad: es tan fácil hacerle daño a alguien tan chiquito! Si hasta sacudirlo fuerte tiene una gravedad inconmesurable...
Un bebé te enseña sobre ternura: Su presencia en un ambiente cambia la mirada porque la gente se afloja cuando ve un bebé. Saca de sí lo más dulce para tratar de comunicarse con él.
Un bebé te enseña sobre el milagro de la sonrisa: aún las primeras, esas que no son más que parte de sentirse bien en la pancita, te hacen sonreír con él. Y cuando su sonrisa está dirigida a vos, es simplemente milagrosa. Podés tener un mal día, toneladas de sueño acumulado, podés estar distraída, cuando aparece esa sonrisa que te derrite, todo lo demás puede tolerarse, es un premio tal que se te pasa todo.
Un bebé te enseña sobre comunicación: Su deseo de hablar, con esos ruiditos tan tiernos, te muestra la esencia de la persona como parte de la humanidad: estamos creados para ser comunidad, para relacionarnos con los otros, es parte de nuestra identidad el querer establecer lazos con los que nos rodean. Su alegría cuando le respondés, que expresa con todo su cuerpo, simplemente te moviliza.
Un bebé te enseña sobre paciencia ¡porque no tiene ni un poquito de paciencia! Porque piensa que el mundo se acaba cuando pasan segundos antes de que le des de comer... El bebé te pone en perspectiva la propia impaciencia, porque cuando lo ves desesperado y sabés que no falta nada para que lo alimentes, pensás cuántas veces te portás así, deseando todo ya, ya, ya. Y te invita a reflexionar.
Un bebé te enseña sobre el amor del Padre: Te despierta el propio instinto que tenés como madre, que te brota desde el centro de tu cuerpo, que te dice que harías todo para proteger a ese cachorrito que hace poco estaba dentro tuyo. Te hace sentir que sos capaz de tanto, tanto, tanto amor... Y no puedo más que recordar que a mí también me aman así, y más. Que Dios siente eso por cada uno de nosotros, y te brota el agradecimiento, porque podés amar así y porque te aman así. "Todas las personas que me diste, desde mi corazón te las ofrezco" porque Vos los amás tanto más que yo. "Y adiviné tu abrazo gigantesco, y sé que sus historias recibías".
Y con todo esto que aprendo... cómo no voy a agradecer, cómo no voy a alabar desde mi corazón? y digo, con Jesús: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños"
Y sólo me respondes: "porque quiero"
Es un misterio grande que nos llames
así tal como somos a tu encuentro.
Entonces redescubro una verdad.
Mi vida, nuestra vida es tu tesoro
Se trata entonces solo de ofrecerte
con todo nuestro amor esto que somos.
Que te daré, que te daremos
Si todo, todo, es tu regalo.
Te ofreceré, te ofreceremos
Esto que somos,
esto que soy, eso te doy.
Hace tiempo atrás, alguien que quiero definía esta canción como algo "dérmico", con una clara connotación negativa.
Hoy coincido y disiento con esa persona. Definitivamente, esta canción es dérmica, pues se siente en la piel, pero esto no la hace menos profunda. Para empezar, considerando que la piel es el órgano más grande del cuerpo, definitivamente a su modo permite "palpitar". Está demostrado científicamente lo fundamental que es para un recién nacido el contacto piel a piel con la madre. Y debo decir, desde mi propia experiencia, que es también importantísimo para la madre ese contacto primario. Desde ese lugar, lo dérmico es no ya desdeñable sino imprescindible.
Y la piel es, también, pasaporte al corazón, si permanece permeable. El riesgo, claro es que en lugar de amor pase el dolor, porque en la piel también duele el alma.
Por eso, coincido, en que esta canción se siente en la piel, sobre todo en mi vida juvenil la sentí en la piel, pero hoy la siento en el corazón desde la nueva madurez de la vida adulta. Y de eso se trata este post. De lo que entra por la piel directo al corazón.
En este prolongado tiempo que pasé sin escribir, mi post tiene cara de bebé. Es esa mi realidad infalible de estos días. Y es él mi maestrito permanente de la vida cotidiana hoy en día.
Un bebé te enseña sobre fragilidad: es tan fácil hacerle daño a alguien tan chiquito! Si hasta sacudirlo fuerte tiene una gravedad inconmesurable...
Un bebé te enseña sobre ternura: Su presencia en un ambiente cambia la mirada porque la gente se afloja cuando ve un bebé. Saca de sí lo más dulce para tratar de comunicarse con él.
Un bebé te enseña sobre el milagro de la sonrisa: aún las primeras, esas que no son más que parte de sentirse bien en la pancita, te hacen sonreír con él. Y cuando su sonrisa está dirigida a vos, es simplemente milagrosa. Podés tener un mal día, toneladas de sueño acumulado, podés estar distraída, cuando aparece esa sonrisa que te derrite, todo lo demás puede tolerarse, es un premio tal que se te pasa todo.
Un bebé te enseña sobre comunicación: Su deseo de hablar, con esos ruiditos tan tiernos, te muestra la esencia de la persona como parte de la humanidad: estamos creados para ser comunidad, para relacionarnos con los otros, es parte de nuestra identidad el querer establecer lazos con los que nos rodean. Su alegría cuando le respondés, que expresa con todo su cuerpo, simplemente te moviliza.
Un bebé te enseña sobre paciencia ¡porque no tiene ni un poquito de paciencia! Porque piensa que el mundo se acaba cuando pasan segundos antes de que le des de comer... El bebé te pone en perspectiva la propia impaciencia, porque cuando lo ves desesperado y sabés que no falta nada para que lo alimentes, pensás cuántas veces te portás así, deseando todo ya, ya, ya. Y te invita a reflexionar.
Un bebé te enseña sobre el amor del Padre: Te despierta el propio instinto que tenés como madre, que te brota desde el centro de tu cuerpo, que te dice que harías todo para proteger a ese cachorrito que hace poco estaba dentro tuyo. Te hace sentir que sos capaz de tanto, tanto, tanto amor... Y no puedo más que recordar que a mí también me aman así, y más. Que Dios siente eso por cada uno de nosotros, y te brota el agradecimiento, porque podés amar así y porque te aman así. "Todas las personas que me diste, desde mi corazón te las ofrezco" porque Vos los amás tanto más que yo. "Y adiviné tu abrazo gigantesco, y sé que sus historias recibías".
Y con todo esto que aprendo... cómo no voy a agradecer, cómo no voy a alabar desde mi corazón? y digo, con Jesús: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños"
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